LA TELESITA
LA TELESITA
No tenia muchas luces la telesita, pero era
casi linda. sonreia con toda la cara. alguna mala lengua decia que tenia
sonrisa boba. pero no era boba su sonrisa, era embobada emborrachada de musica
y baile.
Que tenia pocas luces, eso si… pero ¡como
bailaba! Purita de inocencia era la casi linda. Pura inocencia, la casi boba.
Pero vino la desgracia. Y de hoy para mañana
quedo huérfana de padre y madre. Un dolor hondo la desbarranco por dentro.
La Telesita giró, giró, giró con giro
atormentado y sin saber llorar. Sus pies livianos la impulsaron al monte
espeso. Iba escapando del dolor aquel y lo llevaba con ella. No eran los pies,
era el dolor el que se la llevaba con ella monte adentro.
Nadie pudo encontrarla porque no se detuvo en
ningún sitio. Iba siempre escapada, como un alma que se ha llevado el diablo y
no la piensa devolver.
Había pasado el tiempo la habían buscado hasta
no encontrarla. Ya la daban por perdida, pero jamas por olvidada. Y había fiesta
en el pueblo.
Fiesta de fogón, de zamba, de vinito y aloja.
De empanada frita en grasa y costillar al asador.
Los guitarreros pulsaron las cuerdas del
aire. Y los bombos llenaron la noche de ecos. Cuando, en eso, un paisano señalo
algo ahí, con los ojos redondos.
Ahí, de pie, flacucha, con la ropita pobre
desgarrada, estaba la Telesita. Ahí, traída por la música, por el olor a baile.
Y ahí con los pies descalzos empezó a bailar.
Sola en el mundo parecía, sola. Apartada de
todos, hipnotizada por la luz del fogón. Y el baile fue mas baile, y la fiesta
fue mas fiesta. Porque había vuelto la Telesita.
Ella seguía bailando sin amainar la sonrisa. Le
sonreía al aire, a la nada, a las brasas, a la música. La que le hacia
olvidarse, mientras sonaba, de aquel dolor que no sabia llorar.
Cuando el ultimo guitarrero se durmió, el
aire quieto se vacio de música. La Telesita se detuvo en la mitad de un giro,
miro acá, miro allá, se le encogio la sonrisa. Y aquel dolor de siempre se la volvió
a llevar al monte oscuro.
Cuando los otros bailarines se fueron
despertando no la encontraron. Otra vez la Telesita se había ido, otra vez, si…
pero no igual que antes porque ahora sabían como hacerla regresar. Todo era
armar el baile y ella volvia.
Y la gente del pueblo empezó a hacer eso. Cada
tanto armaban una fiesta para volver a verla. Y la volvían a ver.
Pero hubo un dia terrible de terrible
invierno.
Alla lejos, sobre el monte, se veía la luz de
una gran quemazón.
Rápidamente se reunieron bombos, guitarras y
violines para que la música sonara mucho y la atrajera hacia el pueblo. Para que
el incendio no la atrapara. Pero la Telesita no venia. Y el resplandor era mas
grande; la música, mas fuerte. Y la Telesita no llegaba. Porque era cierto que
tenia frio y que se fue acercando al incendio. Y que llego a un lugar donde,
aunque el bosque no ardia, el viento se coló a traición. Hizo crecer una
llamarada en un árbol seco. La llama alcanzo el borde de sus vestidito roto. Y lo
incendió.
La Telesita corrió como una antorcha humana. Corrió
del fuego y lo llevaba con ella, como antes había llevado aquel dolor.
Las llamas bailaron una chacarera ardiente
con la Telesita. El viento traicionero las hacia bailar.
Asi se consumió la casi linda. Como bengalita
flaca, la casi niña. Como estrella fugaz.
la telesita - los manseros santiagueños
cuando llegan los meses de sequia, en santiago del estero la gente del campo organiza un festejos en honor de la Telesita, para que ella haga llegar el agua.
El promesante y la mujer han de encender siete velas en un altarcito hogareño. Y han de bailar 7 chacareras intecaladas con 7 vasos de caña que han de tomar. Y arman un muñeco que lo colocan sobre una mesa.
dicen que la Telesita, que es alma pura y buena, viene a bailar con ellos hasta el amanecer. y a esa hora, entre la noche y el dia, se quema el muñeco.
Y al otro dia seguro la Telesita les manda toda el agua que ella no tuvo para salvar su vida.
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